Golpe a Fraga

Está decidido. Manuel Fraga no seguirá en el gobierno de Galícia porque así lo ha expresado la voluntad popular. El 'voto emigrante' del que tanto se ha hablado en los últimos días ya ha hablado y su veredicto ha sido claro y, creo, justo: el Partido Popular pierde la mayoría absoluta en la Xunta y una coalición entre el partido Socialista de Galícia y el Bloque Nacionalista Gallego bastaría para representar la mayoría del parlamento gallego. Con una sorprendente rapidez los varones del PP ya han salido a hablar, no para reconocer una derrota que estaba cantada, sino para quejarse de todo ello. Denuncian irregularidades en el recuento de los votos, fraudes en las campañas electorales y escándalos en los consulados gallegos en el estrangero. Como suele suceder, la culpa siempre es de los demás y no existe la autocrítica; y esto ya cansa mucho. Los gallegos tienen mucho que denunciar a Fraga y a su partidos, sobre caciquismo andaría la cosa; y sobre chapapote, y sobre seguridad social, y sobre carreteras, y sobre mujeres... pero en una cronología más o menos efímera des del gobierno de Fraga hasta a su ruptura, señalaría tres grandes conceptos que resumen el déficit democrático de este país y la solución a ello.
El primer punto lleva largo tiempo rondando en mi cabeza y comiéndose mi estómago. La duda sobre la legitimidad de la democracia en la que vivimos queda en entredicho bajo el paradigma del caso Fraga: ¿cómo ha llegado Fraga al poder en una democracia? Es algo que me he cuestionado siempre, y sobre lo cual no he hallado respuesta alguna. En gran medida el hecho de que un participante directo de la experiencia fascista en España lleve las riendas ahora de un pueblo en democracia explica el gran fracaso de uan transición que jamás se ha llegado a producir. El filósofo Julián Marías decía que "es muy grave el olvido de la historia o su deformación, porque la realidad siempre se venga del que no cuenta con ella". La transición española se desarrolló desde una base llamada olvido, es decir, se decidió hacer borrón y cuenta nueva creyendo así cerrar heridas. Los criminales fascistas como Fraga, no solo obtuvieron impunidad sino además carta blanca para ocupar el poder en la nueva democracia. No solo se rehusó mimetizar los juicios de Nüremberg contra los burdos nacionalsocialistas sino que se participó de la limpieza de nombre de los franquistas. Hoy, los resultados dan un patético panorama de culpables convertidos en inocentes y, aún más, gobernadores. Que en una democracia me diriga un fascista me duele mucho, pero sobretodo me acobarda. De este modo el sistema se desvirtua en el momento que un genocida como Fraga puede participar de unas elecciones.
En un segundo punto me gustaría hablar de tendencias. Que la política, com todo en esta vida, responde a un ciclo los demuestra el giro ideológico que ha sufrido este país de algo más de un año a esta parte. Los conservadores, que habían cosechado en sus ya largos ocho años de mandato corrupción y jacobismo, dejaron paso a los progresistas que después de años de hambre y sed subieron al poder con buenos propósitos y mucho 'talante'. Primero en Cataluña, con la ruptura del gobierno cansino de los derechistas Convergencia y Unió, después en España con la polémica victoria de ZP en los comicios del 14-M, y ahora en galícia con el fin de una etapa terriblemente dura para ese pueblo. La tendencia avanza y se consolida dando pie a unas nuevas bases de construción política y social aunque sobre el mismo sistema económico. Yo, que soy un democrataescéptico ortodoxo, sería muy feliz de ver como el cambio no solo se reviste de color sino también de hechos. Me refiero a que no podemos avanzar solo con las victorias, porque en toda revolución -aunque esto diste mucho de serlo- la victoria es solo el primero de los infatigables pasos a dar en el trabajo colectivo de construcción de cualquier pueblo. No solo me satisfago de ver como la derecha se derrumba, porque quiero ver una izquierda que avanza con políticas de izquierdas, sin antifaces. Y esto, de momento, es caro de ver. Por eso insto al PSdG y al PNB que aprovechen esta maravillosa oportunidad para gobernar desde la verdadera izquierda.
Finalmente, y hablando de tendencias, hago refrencia a una actitud que percibo con demasiada frecuencia en el sistema democrático español y que ya he denunciado en otros artículos. Con el giro ideológico mencionado la izquierda no solo se ha asentado en el poder con una comprensible euforia sino que además la derecha ha pasado a la oposición con una actitud de recelo totalmente irracional. El gobierno de un país, contra lo que se suele creer, funciona gracias a un complejo engranaje donde tan importante es la tarea del que manda como la del que oposita. La oposición debe tener voz, porque un cómputo concreto de votantes así lo ha querido. Pero contrariamente a lo que se debe esperar de una buena oposición, el PP y, en Cataluña, Convergencia y Unió, están haciendo oposición desde el rencor, y así no se da voz a la minoría sino al interés individual de un partido político. De este modo el mapa político se ha heterogeneizado y los partidos políticos son más diferenciados, y por lo tanto menos ligados a la voluntad poplar. Cuesta caer de un gobierno pero la aceptación del hecho y la honestidad que debe poseer cualquier político deben bastar para governar desde la verdadera democracia. A todo ello, que Fraga vaya pensando en su derrota y rápido, porque me da a mi que le queda poco tiempo pero más del que ha merecido hasta ahora.
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