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cumplido

Acerca del tiempo

Siempre creí que en el mundo había los que contaban los días como perdidos y los que concebías el tiempo como los días por vivir. Pero el ocaso nunca radia su luz en una misma dirección, y es posible que la sombra que hoy cubre los árboles mañana alargue el cuerpo de las montañas a sus pies, con su sombra. Nada de esto me contaron los sabios que a mi alrededor vivieron, y aprendí a discernir entre los perdedores y los vencedores según la ley primeramente expuesta. Yo cuento los días por perdidos, no por los que tienen que llegar. Y las sombras que el ocaso libremente desdibuja cada día me turba, y no conozco nada de lo que me rodea, porque un día es sombrío y otro no.

El tiempo que pasé pensando en lo que no conozco ni conocí no existe, y es solo hijo del mismo vacío que alberga la ignorancia. Desde los tiempos en que tuve razón hasta hoy, nada de lo ajeno he podido hacer mío, y el tiempo me ha convertido en un hombre solitario, acechado por un terrible vejez. Senil y desalmado, he intentado llegar a lo que un día soñe llegar, pero como si fueran peldaños los minutos han ido sucediéndose bajo mis pies. Ahora soy un joven demasiado viejo triste de haber perdido lo más preciado que puede haber un hombre: su tiempo.

El ocaso, nunca hasta hoy, ha extendido sobre el suelo polvoriento la sombra de la Muerte, y nadie sabe de ella. Nos hemos acostumbrado tanto a hablar de la vida que hemos olvidado el precio exacto de esta misma vida, que es morir. Yo, que he perdido el tiempo y todo me es ajeno, ahora intento conocer a la muerte. Ella será mi redención. Intento hablarle del azar de su llegada, de su inconsciente oportunismo, y de lo vacías que van a estar sus manos cuando se me lleve. No me responde. Quizás el tiempo haya sellado un pacto con la muerte y el silencio sea solo un tramo más de la polvorienta senda que ando sin caminar.

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