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cumplido

Abril en los bolsillos

Al llegar abril renace lo viejo, lo que durante el frío y duro invierno durmió en nuestros bolsillos. Las miradas, los besos, los pensamientos, el dolor o la alegría, todo parece sucumbir a los grises cielos del invierno y a sus tristes paisajes. La monotonia del trabajo y la mediocridad que se deshoja en el tiempo de ocio llena las vidas de una rutinaria ausencia, que parece adormecer el tiempo, parar las vidas, y marcar un paréntesis entre octubre i abril. El hombre parece vivir de inercia cuando las estaciones frías lo encierran en cálidos hogares y lo instalan en una inactividad enloquecedora. Y de pronto, la primavera parece despertarlo todo y mutar lo muerto para darle movimento.
No obstante, la climatología que da una innegable explicación biológica a tales consideraciones, no conoce de estados de ánimo, es algo que surge naturalmente y que tiene poder sobre el sentir de los hombres, aunque nunca los hombres podrán ejercer su voluntad sobre ella. De este modo, que el sol se muestre por fin entre las nubes, que las lluvias ya no bañen las ciudades o que, almenos, lo hagan bajo cielos lúcidos, que lo verde y azul reine sobre lo grisáceo y marrón, no depende del hombre, y sí depende con frecuencia del tiempo que a uno le den ganas de reír o de llorar. Es lo que sucede cuando en abril, uno parece resarcirse de cuanto sufrió en los agónicos días de invierno.
Pero observo casi azarosamente que nada es como fue, y que de un tiempo a esta parte ni el tiempo puede despertar la felicidad que duerme con el frío. El hombre se ha acomodado en un eterno invierno, y la monotonia vive en todos los días con una cruel tranquilidad. Mientrastanto, uno trata de vivir com un hombre feliz en primavera aunque demasiado a menudo el gris color de la ciudad se apodera de todo cuanto se intenta y solo cabe vivir de casualidad. Y hoy, que me reconozco en este dantesco marco, se me muestra más cruel este delirio de vivir con abril en los bolsillos.

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