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La España de siempre

 Con el debate del Estatut resurgió la España de siempre y una Catalunya valiente

"No hablamos catalán para ser diferentes, sino porque es nuestra lengua". Con estas palabras acechaba Artur Mas el lateral derechista de un congreso que se reunía para recibir la propuesta de estatut aprobada recientemente por el parlament de Catalunya. Más allá del entramado ideologicopolítico y legal que entrañaba la llegada del texto a Madrid, el escenario político fue una brillante oportunidad para tratar un antigo pero no anticuado problema. La organización territorial de España y, más concretamente, la ubicación de Catalunya en esta organización, se debatió por primera vez en 25 años de democracia de una forma precisa. Y ya iba siendo hora. Porque todo el recelo que guardaban los dos bandos, el españolismo más centirsta y el ctalanismo más radical, salieron a flote con el permiso de los moderados, que bajo toda fórmula inimaginable, intentan dar con la solución a este intuible acaranizamiento. El marco nos brindó la posibilidad de destapar de una vez por todas la hipocresía que enecerraba el silencio absoluto de las dos partes, aqunque el independentismo siempre ha calldo menos. El resultado fue el previsible: una España en blanco y negro, cerrada y obstinada, acometió contra razones de certeza mientras una Cataluña cansada pero consciente dejó por una vez de defenderse para decidirse a atacar. Se me antojó, de repente, que el pueblo catalán, como los galos en el imperio romano, reistían heroicamnete frente al gigante español.

Soy catalán porque me siento catalán, y no me siento español porque me siento catalán, no porque sienta un odio especial a la cultura española. Tanto es así que estoy escribiendo en español, porque no rehuso las demás cultura ni hago ademán de monopolizar la propia. Un colectivo tiene el mismo derecho a identificarse que un individuo, y el pueblo catalán ha pedido, por primera vez en democracia, ser catalán. Desde hace más de tres siglos, he leído y he visto a mi pueblo oprimido y sumiso, y no odio a España, pero si el españolismo. Tenemos derecho pues, a decidir de una vez por todas, construirnos como un pueblo diferente del español, porque tenemos unos rasgos naturales que nos hacen diferentes. Vuelvo a la frase de Artur Mas. Nosotros no queremos ser diferentes, lo somos, senzillamente. Y aunque haya quien se agarre a leyes y razones sin fundamento, hablamos uan lengua distinta y pertenecemos a una cultura distinta. Nadie habla de superioridad, no hay culturas mejores que otras, sino una relatividad cultural que nos ayuda a aprender y crecer como pueblo. El probelma de fondo radica en una clase política que manipula una gran masa del pueblo español ignorante y analfabeta para hecrlos participes de la ofensiva anticalatalanista. "No soy anticatalán" decía Mariano Rajoy, líder del PP, en el congreso. Rajoy es anticatalán porque niega la identidad catalana. No hay más.

Mis sentimientos los decido yo, en esto consiste gran parte del cocnepto de libertad. Y más allá de la gran dosis de intransigencia que gatsó el Partido Popular en el debate, preocupa el vaivén que la derecha constitucional española lleva haciendo desde hace años hacia el extremismo. Escuchando el discurso de Rajoy, uno parecía hallarse como dijo Carod en el 1 de abril de 1939. El mismo discurso de la derecha más fundamentalista rebrotó en el congresó de la democracia. Los populares volvieron a demostrara carecer de oídos y de sensibilidad, pues no escucharon ni sintieron. Es la España de siempre. Es creer no evolucionar y volver a escuchar una tras otra la misma canción de siempre, con variación melódica en función de los intereses partidistas. Al otro extremo, el PSOE mostraba otro aspecto constatable: división interna y confusión. Me cabe una duda razonable, y más, considerable, de si Zapatero siente las convicciones pseudofederalistas que expuso en el debate, o si este ramalazo nacionalista tiene que ver con nuestra adhesión a su legislatura. Porque igual que el pueblo basco se solidarizó admirablemente con el mío, yo me solidarizo con el suyo, y exigo una respuesta a la pregunta qué nos hicimos todos: ¿por qué el estatut si y el Plan Ibarretxe no?

Ante todo sepan que vive dentro de mi un sentir que me hace catalán y una libertad que me permite decirlo. una gran dosis de solidaridad para con todos los pueblos de España, y más allá incluso, del mundo entero. Mi pueblo tiene el mismo derecho que cualquier estado del mundo a poder gobernarse como tal, y yo la necesidad de seguir creyendo en mis convicciones más allá de los argumentos xovinistas y retrógadas de las emntes derechistas -o no- de este país. Oí hablar de la Ilustración y de las revoluciones americana y francesa para intentar sustentar el argumento de la España una, grande y libre. Ciertamente los barones del PP exhiben de forma descarada un jacobinismo desmesurado y un talante burgués propio de los malnacidos que a lo largo de la historia han teorizado sobre la injusticia. Los progresistas, semaos de donde seamos y rigamos según cualquiera de la sideas que militen en este progresismo, tenemos el deber cada vez más vital de seguir resitiendo a los embistes de los ignorantes. Más allá de todo esto, seinto dentro de mi la joya de poder clamar que soy catalán con o sin Estatut porque por fortuna las leyes no pueden determinar jamás los sentimientos de cada uno de nosotros, y la rabia contenida de no poder hacer entender todo esto a gran parte del pueblo español. Espero con fuerza el día en que se tumbe todo prejuicio y pueda hablarles de mi pueblo sin tener que negar el suyo.

 

 

 

 

1 comentario

Puyol -

Desde Xina se m'humitegen els ulls al llegir aquestes paraules...Jo també em sento català;)