Caza de brujas
Se está librando una caza de brujas contra algunas opciones políticas
El próximo domingo se celebran elecciones autonómias en Euskadi; la mayoría de los vascos podrán elegir libremente el partido que crean que represente con mayor fidelidad su ideología; otro reducido grupo, una minoría, no podrá ejercer esa libertad que el sistema democrático establece como derecho fundamental. Los que se han apoderado de esa democracia se han encargado de que así sea, ilegalizando primero Herri Batasuna y, después, Aukera Guztiak. Los argumentos: esos partidos defienden la locura terrorista y no son más que sicarios de los pistoleros vascos. Así las cosas, el govierno español -que cuenta no olvidemos con el apoyo de partidos independentistas como ERC- y la oposición, han mutilado de raíz la democracia en Euskadi, como lo llevan haciendo en toda España hace ya muchos años. No importa el color, socialistas, conservadores... La legalidad nacional y la solidez del sistema son puntos fundamentales que justifican incluso la ilegalización de partidos políticos, a lo que uno se pregunta si esa música no nos suena ya de antaño, hace unos cuarenta años, cuando un dictador se propuso acabar con todos aquellos que suponían un estorbo para una España grande y libre. Algunos se llevarán las manos a la cabeza, pero está claro que ambos esquemas polñiticos, hoy por hoy y en ese caso concreto, distan poco, demasiado poco.
El PSOE hace cura de humildad arrancando monumentos de Franco o virando la política exterior hacia el supuesto progresismo europeo. Pero en lo de siempre actúa como siempre. Y en este tema se muestra, como siempre, el lado de los que siempre han intentado mantener dos cosas: una unidad infranqueable y unos votos demasiado jocosos. Se trata de demostrar así quien es más español para que en las urnas los españoles se acuerden de ellos. La defensa del nacionalismo -no de una pluralidad inocua- no tiene renta y sí, en cambio, el ultranacionalismo español, quizás porque vivimos en España. Bajo esta necesaria coraza, los socialistas albergan, además, una fragil malla que ofrecer a la periferia, una malla tejida de tolerancia y respeto a la pluralidad nacional. Este doble juego tiene un rédito electoral aceptable y la estrategia es, si se quiere, muy buena. Pero la realidad política es que los grandes partidos de España han estado, están y estarán siempre de espaldas a los independentistas.
Esto no es ningún delito, cada cual cree en lo que cree y es precisamente la negación de este derecho lo que se debe criticar al políticamente corrupto bipartidismo de este país. El nudo de despropósitos no termina y ahora tiemblan los comunistas vascos (EHAK)porque a Rajoy se le ha antojado que también son terroristas. Y es que cuando uno tiene poder -aunque sea en la opoisción- y encima ese uno sufre una preocupante paranoia esquizoide, solo se debe apuntar el dedo para derribar los barcos. De modo que dentro de nada tenemos un panorama paracido al desastre de Pearl Harbour: Euskadi será un puerto de barcos que serán derribados uno por uno desde los mandos de los enfurecidos constitucionalistas españoles. Alguien debe poner fin a esta masacre de ideas, a este sinfín de acusaciones sin fondo. Porque ha llegado un punto en que a uno le parece que los que manadan pueden decir sin pensar y, en cambio, los que intentan luchar desde abajo, pueden pensar pero no decir y, en breve, ya ni pensar. Euskadi -Euskal Herria, pese a quien le pese- es el escenario de una nueva caza de brujas. En EEUU se luchó contra el comunismo pegando, matando, atemorizando; en España se lucha contra el comunismo -vasco en este caso- para que, en teoría, no se pegue, no se mate, no se amedentre a nadie. Pero el terrorismo a cambiado de manos y ahora es el poder quien pega, mata, atemoriza. Es el gobierno y sus sicarios quienes, pasándose por el forro, con perdón, la separación de poderes, traicionan a su propio ideal y dejan a unos pocos ciudadanos huérfanos de sus ideas. A pesar de todo, hay quién aún sigue luchando.
El próximo domingo se celebran elecciones autonómias en Euskadi; la mayoría de los vascos podrán elegir libremente el partido que crean que represente con mayor fidelidad su ideología; otro reducido grupo, una minoría, no podrá ejercer esa libertad que el sistema democrático establece como derecho fundamental. Los que se han apoderado de esa democracia se han encargado de que así sea, ilegalizando primero Herri Batasuna y, después, Aukera Guztiak. Los argumentos: esos partidos defienden la locura terrorista y no son más que sicarios de los pistoleros vascos. Así las cosas, el govierno español -que cuenta no olvidemos con el apoyo de partidos independentistas como ERC- y la oposición, han mutilado de raíz la democracia en Euskadi, como lo llevan haciendo en toda España hace ya muchos años. No importa el color, socialistas, conservadores... La legalidad nacional y la solidez del sistema son puntos fundamentales que justifican incluso la ilegalización de partidos políticos, a lo que uno se pregunta si esa música no nos suena ya de antaño, hace unos cuarenta años, cuando un dictador se propuso acabar con todos aquellos que suponían un estorbo para una España grande y libre. Algunos se llevarán las manos a la cabeza, pero está claro que ambos esquemas polñiticos, hoy por hoy y en ese caso concreto, distan poco, demasiado poco.
El PSOE hace cura de humildad arrancando monumentos de Franco o virando la política exterior hacia el supuesto progresismo europeo. Pero en lo de siempre actúa como siempre. Y en este tema se muestra, como siempre, el lado de los que siempre han intentado mantener dos cosas: una unidad infranqueable y unos votos demasiado jocosos. Se trata de demostrar así quien es más español para que en las urnas los españoles se acuerden de ellos. La defensa del nacionalismo -no de una pluralidad inocua- no tiene renta y sí, en cambio, el ultranacionalismo español, quizás porque vivimos en España. Bajo esta necesaria coraza, los socialistas albergan, además, una fragil malla que ofrecer a la periferia, una malla tejida de tolerancia y respeto a la pluralidad nacional. Este doble juego tiene un rédito electoral aceptable y la estrategia es, si se quiere, muy buena. Pero la realidad política es que los grandes partidos de España han estado, están y estarán siempre de espaldas a los independentistas.
Esto no es ningún delito, cada cual cree en lo que cree y es precisamente la negación de este derecho lo que se debe criticar al políticamente corrupto bipartidismo de este país. El nudo de despropósitos no termina y ahora tiemblan los comunistas vascos (EHAK)porque a Rajoy se le ha antojado que también son terroristas. Y es que cuando uno tiene poder -aunque sea en la opoisción- y encima ese uno sufre una preocupante paranoia esquizoide, solo se debe apuntar el dedo para derribar los barcos. De modo que dentro de nada tenemos un panorama paracido al desastre de Pearl Harbour: Euskadi será un puerto de barcos que serán derribados uno por uno desde los mandos de los enfurecidos constitucionalistas españoles. Alguien debe poner fin a esta masacre de ideas, a este sinfín de acusaciones sin fondo. Porque ha llegado un punto en que a uno le parece que los que manadan pueden decir sin pensar y, en cambio, los que intentan luchar desde abajo, pueden pensar pero no decir y, en breve, ya ni pensar. Euskadi -Euskal Herria, pese a quien le pese- es el escenario de una nueva caza de brujas. En EEUU se luchó contra el comunismo pegando, matando, atemorizando; en España se lucha contra el comunismo -vasco en este caso- para que, en teoría, no se pegue, no se mate, no se amedentre a nadie. Pero el terrorismo a cambiado de manos y ahora es el poder quien pega, mata, atemoriza. Es el gobierno y sus sicarios quienes, pasándose por el forro, con perdón, la separación de poderes, traicionan a su propio ideal y dejan a unos pocos ciudadanos huérfanos de sus ideas. A pesar de todo, hay quién aún sigue luchando.
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