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Los ricos tambien lloran

EEUU muestra una sorprendente flaqueza ante el huracán Katrina

Cuando las televisiones de medio mundo divulgaron por doquier las imágenes de las calles inundadas de Nueva Orleans y las víctimas que dejó tras de sí el huracán Katrina, fue inevitable echar la vista atrás. Recordar el más reciente desastre natural sucedido en el sur asiático o el huracaán que devastó, también recientemente, Haití fueron actos casi involuntarios, inevitables. Y una vez almacenada toda la información, todas las imagenes y todos los condicionantes, también fue inevitable cotrastar unos desastres con otros y, sin duda, unos países con otros. Siempre es injusta una comparación entre dos disyuntivas no equánimes, es decir, entre dos o más elementos que no se asimilan porque tienen diferencias coyunturales. Es el caso de los ejemplos expuestos. Es un error comparar el desarrollo de los acontecimientos en un y otro país, porque ni los desastres naturales fueron de la misma envergadura, ni los distintos países cuentan con los mismos recursos, ni la ayuda internacional se ha desarrollado del mismo modo, ni el marco político se halla exactamente igual en cada momento. Pero sí es un buen ejercicio el de relativizar estos conceptos y analizar detenidamente y por separado los comportamineots políticos y sociales en los desastres acaecidos en un lugar y en otro y, una vez echo esto, compararlos siempre des de la relatividad.

A lo largo de la historia y a lo ancho del mundo incontables escritores, filósofos, pintores y intelectuales varios han intentado hablar de la altivez. Todos, de un modo más o menos homogéneo, han llegado a un mismo conepto definitorio pero hasta hoy, ni uno sólo de ellos ha conseguido desvelar cuales son sus causas comunes y cuales sus consecuencias o, al menos, los compartamientos que se derivan de ella. Vengo a decir que por más que me paro a analizar el panorama que me muestra el televisor, no consigo entender como se pueden llegar a unir en una misma línea dos puntos tan distantes. No entiendo, en definitiva, como pueden asimilarse Nueva Orleans con Puketh o Haití y cómo mis ojos son incapaces de reconocer uno y otro escenario sin la ayuda de los rótulos informativos que aparecen bajo las pantallas. Finalmente logro llegar a una conclusión chapucera y desesperada: ante un mismo problema de origen no humano, el sistema que ha sido capaz de desarrollar un país mediante el hundimiento de otros, es incapaz de interactuar de forma desigual, y ante la naturaleza no existen ricos ni pobres. Llego, por lo tanto, a la conclusión -quizás equívoca- que el origen de la altivez sólo es económica pero que sus conseqüencias no tienen nada que ver con el dinero. El país más altivo del mundo, gracias al dinero, no supo hacer cura de humildad, y se vio sumido en la mayor de las desgracias, como cualquier otro país del mundo.

Lo que está claro, fuera de planteamientos metafísicos, es que ha existido una incapacidad total de la administración norteamericana para afrontar un contratiempo previsible. Uno se pregunta por qué ante un mismo problema, el país más rico del mundo lo afronta del mismo modo que otros países tercermundistas. Las causas son varias y de origenes diversos, pero una sobresale por encima de las demás. El gobierno republicano actual muestra, una vez más, una intolerable incompetencia en sus actuaciones. ¿Cómo se puede tolerar que el gobierno de la nación más poderosa del mundo no prevea un desastre meteorológico y que, tras su advenimiento, reacciona tan patosamente? Ante su incapacidad de reacción, el orgullo norteamericano contraatacó con su arma más poderosa -y también la más exhibida-, la violencia. Los sumisos soldados estadounidenses acechaban cada casa destrozada por el huracán Katrina y, a golpe de fusil, sacaban a sus inquilinos por la fuerza. Era por su seguridad, aseguraban, pero lo cierto es que las víctimas del huracán vivieron no sólo rodeados de agua durante aquellos días, sino tambien entre la injustificable desinformación que caracteriza la nueva y abominable política de estado en el país.

Ante la desigualdad económica entre el sur asiático y el sur norteamericano surgió una paradógica equidad que me recordó aquella famosa novela -después materializada en una famosa serie televisiva- escrita por Frank McCourt: "Los ricos tambien lloran". No obstante, y en un análisi aún más profundo de la situación, me doy cuenta que la frase carece de todo valor real. No lloraron los ricos en Nueva orleans, o lo hivieron muy pocos. Como suele suceder, la tragedia azotó a los más desfavorecidos. Es una tendencia natural que, así como el dinero siempre cude donde hay dinero, tambien la infortuna acuda donde se halla la infortuna. Quizás tambien por esto se explica que la administración Bush pusiera tan poco empeño en encontrar salidas al desastre. El panorama, aunque desesperante, era el esperado: ante la igualdad entre los países desiguales existe una verdadera desigualdad interior en el país más rico. Aunque los desastres naturales han atacado a los países sin cuenta de sus privilegios, en los países desfavorecidos la población sufrió sus consecuencias homogéneamente porque no existen ricos ni pobres. En EEUU en cambio, los pobres que vivían en un país rico han comprobado su verdadero linaje de la forma más cruel, así como han podido tambien descubrir uno de los principios más detestables del sistema que les rige: el que es pobre, lo es en todas partes.

Acoso y derribo contra el 'terror' rojo

Acoso y derribo contra el 'terror' rojo

Tony Blair hace una nueva llamada para la democratización de China

Tony Blair volvió ayer después de presidir la octava cimera entre la Unión europea y China en Pekín. Al margen de las conclusiones sacadas en la cimera -de las que por cierto nada se ha dicho- Blair ha remarcado algo que viene sonando a familiar: la necesidad de democratizar las estructuras políticas y sociales de la China. China debe abrirse, según Blair, y abandonar el régimen totalitario que impusiera Mao hace ya más de medio siglo. Blair no olvida lo que su homólogo Wen Jiabao le prometió al asegurar que la apertura del régimen se haría paralela al desarrollo económico. Así las cosas, el presidente británica da otra vuelta a la tuerca que occidente hace tiempo que ha instalado al país más poblado del mundo. Sin ir más lejos Condolezza Rice, secretaria de estado de los Estados Unidos, ya había dado su particular toque de alerta a los chinos el pasado marzo, en su visita a Japón. De este modo, uno por uno y casi subliminalmente, los altos mandatarios del mundo occidental capitalista, advierten a el último reducto real de resistencia comunista -Cuba ya no es una apuesta seria contra el capitalismo- para que este termine de abandonar su estructura política. Se trata, pues, de dar un último impulso a un país que, de hecho, ya poco tiene de comunista, y terminar así de hundir la marea roja que tuvo su auge a mediados de siglo XX.

Con la caída de China el mundo bipolarizado que se dibujó en los mapas de la Guerra Fría hace más de dos décadas quedaría reducido a una gran pángea, a un islote gobernado solo por un color: el del sistema capitalista, que habría ganado definitivamente el pulso a su gran enemigo, el comunismo. De hecho, desde la caída del muro de Berlín, la gran mancha roja se ha ido empequeñeciendo en los mapas, y uno por uno, los países que lo integraban han ido sucumbiendo: algunos por la fuerza, como el ultraje a Chile en plena Guerra Fría (1973), y otros por la vía diplomática, incluyendo a todos los territorios de Europa del Este que tras la caída del muro pasaron a control de los gobiernos capitalistas. Pero las promesas del mundo desarrollado capitalista, que tiene com eje la bestia norteamericana, no han dado sus frutos y tras esos cambios queda la pobreza. Rúsia es el paradigma de esos países, que tras la derrota del comunismo, se han visto sumidos a la más absoluta de las miserias. Con Stalin consiguió su máximo esplendor, llegando a compararse con estados unidos en riqueza y calidad de vida; después de los gobiernos continuistas de Jruchev y Breznev, Gorbachov hundió el sueño ruso y la economía caió en picado. Ahora, de la fortuna que Stalin labró con el sudor, cierto es, de los habitantes rusos, ya no queda nada.

Pero el capitalismo tiene mecanismos de autodefensa que tienen un eje común: los medios de comunicación, o lo que es lo mismo, la manipulación informativa. De la caída del comunismo a esta parte, en todos los territorios donde el cpaitalismo ha conseguido asentar una reconquista, la pobreza ha roto años de trabajo y sudor. Pero los medios de comunicación se encargan de educar a las gentes para que cierren los ojos a esta realidad. Así, se atribuye a la Rúsia de Stalin el penoso panorama económico y se asegura desde occidente que en los años cincuenta, los rusos ya morían de hambre en sus hogares. También es culpa del comunsimo, como no, que Europa del este sea, solo, una franja vertical de miseria, pobreza y desiertos de polvo y ruinas. Para más muestras, el desastre económico que vive Cuba: los cubanos mueren de hambre aunque Fidel Castro vive a cuerpo de rey. ¡Ah! Por cierto, nada se dice del embargo económico que Estados Unidos lleva casi medio siglo imponiendo al país. Durante toda la historia, y seguirá siendo así, el que gobierna un país tiene a su mando el arma más poderosa: los medios informativos. Por eso se dice que la historia la escriben los vencedores. Ahora el capitalismo es el gran vencedor y escribe lo que le interesa. Pero hay una realidad. El comunismo no es un sistema perfecto, y su implantación hasta el momento ha sido, por más inri, lamentable. Pero el capitalismo se ha encargado de atribuirle las tragedias económicas sucedidas desde su caída hasta hoy, y en esto convive un gran error.

Si China decide, finalmente, abrirse al mundo occidental, el comunismó estará herido de muerte. Los habitantes de occidente han creído hasta hoy que el comunismo es sinónimo de pobreza, porque en todos los países donde ha regido el comunismo hay, hoy, miseria y sufrimiento. Pero algún día, cuando el capitalismo se hunda víctima de sus propias garras, los intelectuales liberados de esta dictadura informativa, hablarán de la realidad más profunda de estos países. China puede ser, en este contexto, el país que lidere la Verdad que debe resurgir por justicia histórica. Un país comunista puede demostrar que solo el trabajo puede dar frutos económicos, y también que el comunismo puede trae riqueza a sus ciudadanos. El futuro, no cabe duda, es una guerra abierta entre China y Estados Unidos, y parece ser que los americanos no las tienen todas consigo. Por esto, desde hace algún tiempo, los mandatarios del mundo capitalista más inflexible, luchan por convencer desde la vía diplomática al país oriental de dejar el comunismo y nirse a la gran alianza del dinero y la explotación, de ampliar el G-8, de llegar a un final que ellos han soñado, pero que aún hay alguien que teme por encima de todo. Es un acoso y derribo al 'terror' comunista que asusta a los señores del dinero, del petroleo, de las multinacionales... tras la caída de China solo quedará Cuba, pero Cuba ya no asusta a casi nadie. China no debería pues abrirse, sino todo lo contrario: volver al espíritu del maoísmo para resistir al 'terror' capitalista.

Acerca del tiempo

Siempre creí que en el mundo había los que contaban los días como perdidos y los que concebías el tiempo como los días por vivir. Pero el ocaso nunca radia su luz en una misma dirección, y es posible que la sombra que hoy cubre los árboles mañana alargue el cuerpo de las montañas a sus pies, con su sombra. Nada de esto me contaron los sabios que a mi alrededor vivieron, y aprendí a discernir entre los perdedores y los vencedores según la ley primeramente expuesta. Yo cuento los días por perdidos, no por los que tienen que llegar. Y las sombras que el ocaso libremente desdibuja cada día me turba, y no conozco nada de lo que me rodea, porque un día es sombrío y otro no.

El tiempo que pasé pensando en lo que no conozco ni conocí no existe, y es solo hijo del mismo vacío que alberga la ignorancia. Desde los tiempos en que tuve razón hasta hoy, nada de lo ajeno he podido hacer mío, y el tiempo me ha convertido en un hombre solitario, acechado por un terrible vejez. Senil y desalmado, he intentado llegar a lo que un día soñe llegar, pero como si fueran peldaños los minutos han ido sucediéndose bajo mis pies. Ahora soy un joven demasiado viejo triste de haber perdido lo más preciado que puede haber un hombre: su tiempo.

El ocaso, nunca hasta hoy, ha extendido sobre el suelo polvoriento la sombra de la Muerte, y nadie sabe de ella. Nos hemos acostumbrado tanto a hablar de la vida que hemos olvidado el precio exacto de esta misma vida, que es morir. Yo, que he perdido el tiempo y todo me es ajeno, ahora intento conocer a la muerte. Ella será mi redención. Intento hablarle del azar de su llegada, de su inconsciente oportunismo, y de lo vacías que van a estar sus manos cuando se me lleve. No me responde. Quizás el tiempo haya sellado un pacto con la muerte y el silencio sea solo un tramo más de la polvorienta senda que ando sin caminar.

Acerca del tiempo

Siempre creí que en el mundo había los que contaban los días como perdidos y los que concebías el tiempo como los días por vivir. Pero el ocaso nunca radia su luz en una misma dirección, y es posible que la sombra que hoy cubre los árboles mañana alargue el cuerpo de las montañas a sus pies, con su sombra. Nada de esto me contaron los sabios que a mi alrededor vivieron, y aprendí a discernir entre los perdedores y los vencedores según la ley primeramente expuesta. Yo cuento los días por perdidos, no por los que tienen que llegar. Y las sombras que el ocaso libremente desdibuja cada día me turba, y no conozco nada de lo que me rodea, porque un día es sombrío y otro no.

El tiempo que pasé pensando en lo que no conozco ni conocí no existe, y es solo hijo del mismo vacío que alberga la ignorancia. Desde los tiempos en que tuve razón hasta hoy, nada de lo ajeno he podido hacer mío, y el tiempo me ha convertido en un hombre solitario, acechado por un terrible vejez. Senil y desalmado, he intentado llegar a lo que un día soñe llegar, pero como si fueran peldaños los minutos han ido sucediéndose bajo mis pies. Ahora soy un joven demasiado viejo triste de haber perdido lo más preciado que puede haber un hombre: su tiempo.

El ocaso, nunca hasta hoy, ha extendido sobre el suelo polvoriento la sombra de la Muerte, y nadie sabe de ella. Nos hemos acostumbrado tanto a hablar de la vida que hemos olvidado el precio exacto de esta misma vida, que es morir. Yo, que he perdido el tiempo y todo me es ajeno, ahora intento conocer a la muerte. Ella será mi redención. Intento hablarle del azar de su llegada, de su inconsciente oportunismo, y de lo vacías que van a estar sus manos cuando se me lleve. No me responde. Quizás el tiempo haya sellado un pacto con la muerte y el silencio sea solo un tramo más de la polvorienta senda que ando sin caminar.

Golpe a Fraga

Golpe a Fraga

Derrota merecida de alguien que no debería haber regentado un gobierno democrático

Está decidido. Manuel Fraga no seguirá en el gobierno de Galícia porque así lo ha expresado la voluntad popular. El 'voto emigrante' del que tanto se ha hablado en los últimos días ya ha hablado y su veredicto ha sido claro y, creo, justo: el Partido Popular pierde la mayoría absoluta en la Xunta y una coalición entre el partido Socialista de Galícia y el Bloque Nacionalista Gallego bastaría para representar la mayoría del parlamento gallego. Con una sorprendente rapidez los varones del PP ya han salido a hablar, no para reconocer una derrota que estaba cantada, sino para quejarse de todo ello. Denuncian irregularidades en el recuento de los votos, fraudes en las campañas electorales y escándalos en los consulados gallegos en el estrangero. Como suele suceder, la culpa siempre es de los demás y no existe la autocrítica; y esto ya cansa mucho. Los gallegos tienen mucho que denunciar a Fraga y a su partidos, sobre caciquismo andaría la cosa; y sobre chapapote, y sobre seguridad social, y sobre carreteras, y sobre mujeres... pero en una cronología más o menos efímera des del gobierno de Fraga hasta a su ruptura, señalaría tres grandes conceptos que resumen el déficit democrático de este país y la solución a ello.

El primer punto lleva largo tiempo rondando en mi cabeza y comiéndose mi estómago. La duda sobre la legitimidad de la democracia en la que vivimos queda en entredicho bajo el paradigma del caso Fraga: ¿cómo ha llegado Fraga al poder en una democracia? Es algo que me he cuestionado siempre, y sobre lo cual no he hallado respuesta alguna. En gran medida el hecho de que un participante directo de la experiencia fascista en España lleve las riendas ahora de un pueblo en democracia explica el gran fracaso de uan transición que jamás se ha llegado a producir. El filósofo Julián Marías decía que "es muy grave el olvido de la historia o su deformación, porque la realidad siempre se venga del que no cuenta con ella". La transición española se desarrolló desde una base llamada olvido, es decir, se decidió hacer borrón y cuenta nueva creyendo así cerrar heridas. Los criminales fascistas como Fraga, no solo obtuvieron impunidad sino además carta blanca para ocupar el poder en la nueva democracia. No solo se rehusó mimetizar los juicios de Nüremberg contra los burdos nacionalsocialistas sino que se participó de la limpieza de nombre de los franquistas. Hoy, los resultados dan un patético panorama de culpables convertidos en inocentes y, aún más, gobernadores. Que en una democracia me diriga un fascista me duele mucho, pero sobretodo me acobarda. De este modo el sistema se desvirtua en el momento que un genocida como Fraga puede participar de unas elecciones.

En un segundo punto me gustaría hablar de tendencias. Que la política, com todo en esta vida, responde a un ciclo los demuestra el giro ideológico que ha sufrido este país de algo más de un año a esta parte. Los conservadores, que habían cosechado en sus ya largos ocho años de mandato corrupción y jacobismo, dejaron paso a los progresistas que después de años de hambre y sed subieron al poder con buenos propósitos y mucho 'talante'. Primero en Cataluña, con la ruptura del gobierno cansino de los derechistas Convergencia y Unió, después en España con la polémica victoria de ZP en los comicios del 14-M, y ahora en galícia con el fin de una etapa terriblemente dura para ese pueblo. La tendencia avanza y se consolida dando pie a unas nuevas bases de construción política y social aunque sobre el mismo sistema económico. Yo, que soy un democrataescéptico ortodoxo, sería muy feliz de ver como el cambio no solo se reviste de color sino también de hechos. Me refiero a que no podemos avanzar solo con las victorias, porque en toda revolución -aunque esto diste mucho de serlo- la victoria es solo el primero de los infatigables pasos a dar en el trabajo colectivo de construcción de cualquier pueblo. No solo me satisfago de ver como la derecha se derrumba, porque quiero ver una izquierda que avanza con políticas de izquierdas, sin antifaces. Y esto, de momento, es caro de ver. Por eso insto al PSdG y al PNB que aprovechen esta maravillosa oportunidad para gobernar desde la verdadera izquierda.

Finalmente, y hablando de tendencias, hago refrencia a una actitud que percibo con demasiada frecuencia en el sistema democrático español y que ya he denunciado en otros artículos. Con el giro ideológico mencionado la izquierda no solo se ha asentado en el poder con una comprensible euforia sino que además la derecha ha pasado a la oposición con una actitud de recelo totalmente irracional. El gobierno de un país, contra lo que se suele creer, funciona gracias a un complejo engranaje donde tan importante es la tarea del que manda como la del que oposita. La oposición debe tener voz, porque un cómputo concreto de votantes así lo ha querido. Pero contrariamente a lo que se debe esperar de una buena oposición, el PP y, en Cataluña, Convergencia y Unió, están haciendo oposición desde el rencor, y así no se da voz a la minoría sino al interés individual de un partido político. De este modo el mapa político se ha heterogeneizado y los partidos políticos son más diferenciados, y por lo tanto menos ligados a la voluntad poplar. Cuesta caer de un gobierno pero la aceptación del hecho y la honestidad que debe poseer cualquier político deben bastar para governar desde la verdadera democracia. A todo ello, que Fraga vaya pensando en su derrota y rápido, porque me da a mi que le queda poco tiempo pero más del que ha merecido hasta ahora.

"No estás en el perfil"

"No estás en el perfil"

Luis, Carmen, Alberto, Marta, Pedro, Cristina... se llaman como nosotros, porque igual que la mayoría de nosotros son gente anónima. No conocen el mundo de la televisión, mucho menos el mercado que mueve la televisión, disfrutan de la vida como intentamos hacer la mayoría de los mortales y visten sus días, como nosotros, de rutina y senzillez. Pero todos ellos comparten una ilusión que les ha llevado a diferentes ciudades de España a los 'castings' de un famoso programa de televisión. Esa ilusión se resume en llegar a convertirse en los ídolos que creó la primera edición de ese programa. Con la primera edición, la ensinistrada audiencia hemos aprendido que tras el concurso musical uno se convierte en ídolo, con un proyecto musical y una vida económica más que estable de por vida, si se sabe gestionar bien. Es suculento. Y los hombres maduros que han consumido su juventud intentando cazar sus sueños ven en estos 'castings' el último, quizás, resquicio de luz que aporte un mínimo sentido a sus vidas; Los jóvenes, por su lado, víctimas de su porpia innocencia se lanzan al vacío sin temer el fracaso, como si sus vidas residieran sólo en ese tempranero sueño.

En el 'casting', donde se reúnen millones de gente con ese perfil, un jurado compuesto por supuestos grandes profesionales de la música que deben seleccionar. Oséase, incluir y excluir en función de la calidad de los sujetos. Se busca un perfil, y jóvenes -o no- que se ajusten a él, los demçás no sirven. Los soñadores entran en el plató habilitado para actuar, dan muestra de sus dotes, y esperan que la escasa decena de jurados les den el veredicto. En unos instantes, los mismos en que la decisión del jurado se torna en voz, el soñador sigue soñando, o despierta fatalamente. En el último caso, una columna de esperanza se derrumba piedra a piedra que tocará volver a levantar al soñador, no al jurado. Se trata en definitiva de dejar soñar durante un rato a personas anónimas que habitualmente no pueden hacerlo, y sin escrúpulo alguno tener poder sobre la ejecución o cumplimiento de ese sueño. El echo, ya de por sí, es deleznable y, aún más, repugnante. Pero nada tendría de extraño este 'casting', pues se hacen millones de entrevistas de trabajo, 'castings' o selecciones de personas en el muchos lugares.

Lo realmente repudiable de los 'astings' de dicho concurso es que se comercia con ello. Se comercia con el sueño y con el propio 'casting', es decir, con el sueño y el fin de ese sueño. Lo cosa empieza mal. El sueño es falso desde un principio porque no exite tal sueño. Es como el immigrante que sufre en su travesía para alcanzar un mundo prometido que no existe. Un ciudadano en cambio, de un mundo desarrollado que, en un principio disfruta de una vida estable, se lanza de cabeza a la ilusión que se le ha vendido. Y es que el propio concurso se ha encargado de venderlo: los concursantes que particpan de él son productos, meras mercancías con las que comercializar. Esos sujetos tan llenos por fuera -el sistema en el que viven se ha preocupado de que no les falte de nada- pero a la vez tan vacíos -ese sistema jamás reparó en que, además, necesitaban otras cosa para vivir- sueñan con convertirse también en el producto. Beneficiarán a una o más empresas y, a cambio, recibirán baños de multitudes para llegar a ser ídolos. Es un sistema endógeno y cíclico, que puede terminar igual que empezó.

Para convertirse en ese producto hace falta pasar el mencionado 'casting'. Con un "no estás en el perfil" el jurado excluye a los soñadores. De su fracaso y la consecuente decepción, de sus sufrimiento, el programa se abstrae. Es más, recientemente se ha decidio comercializar estos 'castings' y permitir que la gente vea como los soñadores se dan de bruces contra un suelo que estaba, de antemano, demasiado cerca. Nos habían asegurado que vivimaos en la sociedad de las oportunidades, y a demás, en la sociedad de la indormación. Es verdad, los medios de comunicación son ya los gigiantes que dominan y acompasan nuestra vida cotidiana. Pero no es cierto que todos disfrutemos de las mismas oportunidades. Conclusión: soñamos con alcanzar la oportunidad que se nos da y, si lo hacemos en un medio, corremos el riesgo de convertirnos en ese producto de que hablaba antes. Es decir, que tenemos un 90% largo de posiblidades de no dar con el perfil que ellos buscan (chicos jóvenes, guapos, fáciles de manipular y que vendan -con sus cuerpos esculturales) y eso significa convertirse en un fracasado a la par que producto. Las televisiones se encargarán de difundir este fracaso para enriquecerse, talmente como si un fracaso pudiera comprarse con dinero.

El pacto de los onerosos

Los poderosos firman un pacto de sielncio para blindar su poder

Las imágenes que ayer mostraron las televisiones españolas acerca del viaje que los altos governantes españoles realizaron a Roma para acudir al velatorio del Papa, revelan un lúcido mapa conceptual de lo que viene siendo el pacto de silencio que han sellado desde antaño los poderosos. Las apariencias nos mostraban imágenes de unos responsables mandatarios que, con el respeto y la dignidad que se les presupone, guardaban silencio frente al cadáver del papa en representación del pueblo español. Y uno, sentado en su sofà, cenando y pensando quizás en cosas más importantes, podía llegar a pensar que estaban realizando una tremenda labor social y que su presencia en la Basílica de San Pedro del Vaticano, respondía a un laborioso ejercicio de responsabilidad social. Pero cuando uno se abstrae del colapso informativo que se està produciendo entorno a la muerte del Papa, se da cuenta que la simágenes siempre merecen una interpretación -lo más justa posible- porque sino se corre el riesgo de quedar manipulado por las apariencias.
Mi primera pregunta se me planteó cuando vi a Zapatero, Rajoy y los reyes de España llegando al lugar donde se encontraba el cadáver del Papa sin pasar por la interminable cola de fieles que aguardaban desde hacía horas para llegar al mismo punto. El poder se había colado, literalmente, y haciendo uso de ese mismo poder y del privilegio que este supone, se colocaban a primera fila para despedir al pontifice. Más allà de una estampa que parecía antigua, con hombres poderosos y elegantes despidiendo un hombre poderoso y elegante, el escenario se convirtió en un verdadero escalón de grados sociales. Dentro de la basícila se encontraban todos aquellos sectores que de pequeño me enseñaron bien delimitados dentro de una pirámide, aunque esta pertenciera a la Edad Media. Los reyes, fuerne de donde fueren, la iglesia, en su máxima expresión, y el pueblo, donde se hallan homogeneízados burgueses, clases medianas y quizás algún pordiosero. Todos los sectores tenían un lugar, una labor y unas limitaciones concretas. Evadir dichos condicionantes supondría romper el juego y, consecuentmente, abandonarlo. Y es que el velatorio del Papa fue un escenario idóneo para contemplar el pacto que los onerosos han sellado para que se sigan viendo las línias que separan las clases de las clases, para que el pueblo siga haciendo cola y los poderosos sigan teniendo preferencia.
También me pregunté -fue inevitable- qué hacían los representantes de mi país en el entierro del líder de los cristianos si mi país es confesional. Con independencia de mi voto o de mi prefrencia política, Zapatero me representa a mí, y en modo alguno también Rajoy y los reyes. Su labor es trabajor por y para la sociedad, pero de nuevo parece que esto quede relegado a un segundo plano, a la patética servidumbre que el poder concede a la pantomima. En esta democracia nuestra todo es parentar, y las imágenes valen mas que los hechos. Y es que para muchos españoles, lo que ayer vimos fue un acto de normalidad y de representación política necesaria, e incluso cargó a nuestros governantes de eficiencia y notoriedad. Nunca entenderé qué igualdad defiende la democracia española, si se asiste al funeral de Juan Pablo II con un elitismo aceptado y en cambio se gira la espalda a muchos españoles anónimos, sin nombre, que nuren víctimas de un sistema imperfecto aunque perfectible. La hipocresia se apodera una vez más de los tronos de oro y es el momeno de preguntarse si no es más necesario desempeñar actuaciones reales que aparentar contínuamente acciones innecesarias. De la iglesia mejor hablo en otro momento, esta vez ha sido el pacto de los onerosos quien ha vuelto a girar los ojos hacia el vacío.

El "otro" muro de Berlín

El "otro" muro de Berlín

Miles de immigrantes siguen muriendo ante los muros que el capitalismo se encarga de levantar

Hace una quincena de años que el mundo occidental derribó el muro de Berlín, por cuanto esto suponía derribar un muro político, el socialismo soviético, i un drama social, la separación forzada de miles de familias alemanas. Con su derribo, este mundo occidental esgrimía el logro de la libertad y prometía un nuevo mundo desarrollado que pondría fin a los dramas labrados des de la estirpe comunista del este. Hoy, más de quince años después, uno ve como "los suyos" han vendido sus palabras y han edificado este nuevo mundo con los mismos muros que ahier edificava la URSS. De ahí que cuando un español mira hacia el sur, compruebe como el capitalismo económico y social se ha encargado de blindar el mundo desarrollado del mundo en desarrollo del que se nutre. Gibraltar se ha convertido en el Berlín de la Guerra Fría, y su muro intenta, al igual que el de Berlín, separar personas. Solo cabe distinguir los dos en que el muro de Berlín separó a los alemanes en busca de un ideal, mientras que el muro de Gibraltar separa a los seres humanos en busca de los inetereses de aquellos que están detras de él. Y si bien no es un muro físico lo que separa Africa de Europa, su resistencia física es, tristemente, mucho mayor que cualquier muro de piedra; quizás porque en nuestro mundo neoliberal, el dinero sea más recio que la piedra.

Parece paradójico que los que defendieron el anticomunismo amaparándose en el drama de los miles de alemanes que lloraron tras su muro, hoy ni se immuten ante otro drama de iguales magnitudes. Pero el problema es mucho más grave si se piensa en el macabro plan urdido por los que sustentaron el pico que derribó el "muro de la vergüenza": derribaron el muro de Berlín en pro de un mundo de libertad y un futuro en el que todos pudiéramos desarrollarnos en igualdad y sin autoritarismos, y su propia autoridad les ha servido para sacar las piedras de Berlín y trasladarlas a Gibraltar -o a Palestina, por ejemplo- con el suculento objetivo de monopolizar aquella libertad que rigió su discurso, y apropiarse de ella para que siga alimentando sus imperios económicos. El mundo desarrollado se empequeñece a costa de los que aspiran escalar el muro, y el ideal de la libertad queda soterrado bajo las mismas piedras que se derribaron ayer para alcanzarla. ¿Cúantos muros más no ha edificado la democracia capitalista que el comunismo soviético?

Viendo las imágenes de miles de immigrantes que tras una dantesca travesía tiritan de frío enrollados en unas viejas mantas, o peor, que yacen sin la misma vida que buscaban en nuestro mundo libertario, víctimas de la no menos culpable traición de las mafias, uno recuerda las lágrimas de un padre intentando adivinar a su hijo detrás del muro de Berlín o de otros tantos dramas que el comunismo ruso amparó hace años. Y uno piensa si las temibles garras de un comunismo que se alejó demasaido de las ideas de Marx no son también las mismas garras de unas crudas democracias que se alejan aún más de los ideales de la Revolución Francesa. La libertad muere en cada uno de los immigrantes que perece en Gibraltar; la igualdad muere en las mismas fronteras que separan los ricos de los pobres; la fraternidad muere en la negación de los que supervivimos de tender la mano a los que simplemente intentan sobrevivir. Las preguntas a estas respuestas pueden dar con la solución al problema.

Gibraltar es, hoy, el "otro" muro de Berlín. Los que miran con añoranza el comunismo deben luchar para derribar también los muros que aspiran a dividir aun más el mundo y los que esperan con ilusión un capitalismo más humano -si es que existe- deben luchar también para hacer de estos muros que lo sustentan caminos abiertos donde todos podamos andar en busca de lo que anhelamos. Para que no se repitan errores del pasado debemos olvidar este egoísmo de los que, quien más quien menos, disfrutamos de los lujos de un mundo habitable, para evitar que nuestros semejantes sigan muriendo en las costas españolas. Solo entonces, los que gritaron por la libertad una fría noche de otoño en Berlín, podrán jactarse de haber derribado un sistema que no fue tan malo como lo pintaron para erigir otro que pude no ser tan cruel como lo están levantando. Mientrastanto, los que se avergüenzan de llamarse racistas mientras ríen ante los cuerpos que naufragan día a día en Gibraltar, deberían llorar igual que lloraron entonces ante los cuerpos muertos que intentaron cruzar "aquel" muro de Berlín.

La españa rota

España está rota, y no precisamente por culpa de las periferias

El gran debate del modelo territorial en España ha existido siempre aunque, de un tiempo a esta parte, ha tomado una intensidad vertiginosa. El Plan Hidrológico Nacional, el cambio de tercio en el govierno catalán, el caso Carod, la irrupción del Plan ibarretxe en la escena política española y, ahora, las elecciones en Euskadi, son algunos ejemplos de la coyuntura que ha vuelto a poner en evidencia la fragilidad de la estructura. Y de nuevo han vuelto los fantasmas de la división, de los nacionalistas, de los independentistas, de los unitaristas... y en ese enjambre de vicisitudes ideológicas, el posicionamiento de progresistas y conservadores en una u otra posición. Es viejo aquel antojo de una España "antes roja que rota", pero hoy se sigue luchando des de los nacionalismos para preservar su derecho, no solo a sentirse de donde uno es, sino de vivir conforme a este sentir.

Sea como sea nos encontramos con el mismo panorama de siempre. Los nacionalistas giran la espalda España mientras esta les ata a ella de una dudosa forma democrática. El gran problema no es el conflicto en sí, que es lógico y que seguirá existiendo aun si las naciones consiguen los objetivos ambicionados, sino el desequilibrio que se muestra en el conflicto. El poder está en el centro; en la periferia les queda no más que el amor a su causa para seguir resistiendo a las embestidas dsus adversarios. David lucha contra Goliat, aunque en este caso Goliat parece vencer razonablemente a David. Esta democracia de papel en la que vivimos pone en entredicho los derechos de los que se jacta continuamente cuando impide a catalanes y vascos vivir como quieren y no como, segun el poder, deben. Los instrumentos de la democracia sirven a los centralistas que, bajo nombres distintos e incluso ideas divergentes, se aseguran de que España siga siendo una pero, sobretodo, de que los independentistas no tenga voz. Y en una democracia, cuando una posición legítima no tiene voz, está siendo censurada. Alguien intentará arguir que Ibarretxe tiene voz cuando se le concede el púlpito del Congreso para exponer su plan. Pero resulta que en un sistema de libertades y, como no, de oportunidades, no basta con oir, hay que esuchar al que habla, pues de otro modo su verbo queda silenciado en las paredes del parlamento.

No se trata de justificar los nacionalismos, sino de reconocerles la marginalidad política a la que se les lleva relegando desde hace siglos. Los conservadores y algunos supuestos progresistas que demuestran su dudosa firmeza ideológica, se han apoderado del poder para dejar que los de la periferia hablen pero no sean escuchados y, de paso, para que sus ambiciones se conviertan en cortinas de humo con las que ocultar un debate demasiado vivo. Porque España ya está rota. Lo está desde hace mucho tiempo, el mismo que hace que las naciones están oprimidas. El invasor habla de fraternidad y solidaridad, el ocupado de derecho y libertad. Y mientras unos y otros esgrimen ideales tópicos para vestir sus cuerpos mellados, los mismos tópicos se encargan de convertir la lucha en una confusa contienda. Hasta el momento, los de arriba han conseguido mantener sus propósitos aunque el precio a pagar ha sido alto: la radicalización de la división. Nacionalistas y constitucionalistas ya no pueden mirarse a la cara y se rompa o no el país, las huellas son demasiado profundas para que ambos lados estrechen sus manos. Para siempre el odio vivirá en quienes son españoles por derecho y quienes lo son por imposición. El perfecto juego de equilibrios ha dado fruto, y cuanto más firme se pone el centralismo, más radical se muestra el secesionismo. España está rota, redundo, y solo cabe preguntarse quien la ha roto y quien, a fuerza de no querer ver, ha dejado ciego a media España para que no pueda ver a la otra media.

Caza de brujas

Se está librando una caza de brujas contra algunas opciones políticas

El próximo domingo se celebran elecciones autonómias en Euskadi; la mayoría de los vascos podrán elegir libremente el partido que crean que represente con mayor fidelidad su ideología; otro reducido grupo, una minoría, no podrá ejercer esa libertad que el sistema democrático establece como derecho fundamental. Los que se han apoderado de esa democracia se han encargado de que así sea, ilegalizando primero Herri Batasuna y, después, Aukera Guztiak. Los argumentos: esos partidos defienden la locura terrorista y no son más que sicarios de los pistoleros vascos. Así las cosas, el govierno español -que cuenta no olvidemos con el apoyo de partidos independentistas como ERC- y la oposición, han mutilado de raíz la democracia en Euskadi, como lo llevan haciendo en toda España hace ya muchos años. No importa el color, socialistas, conservadores... La legalidad nacional y la solidez del sistema son puntos fundamentales que justifican incluso la ilegalización de partidos políticos, a lo que uno se pregunta si esa música no nos suena ya de antaño, hace unos cuarenta años, cuando un dictador se propuso acabar con todos aquellos que suponían un estorbo para una España grande y libre. Algunos se llevarán las manos a la cabeza, pero está claro que ambos esquemas polñiticos, hoy por hoy y en ese caso concreto, distan poco, demasiado poco.

El PSOE hace cura de humildad arrancando monumentos de Franco o virando la política exterior hacia el supuesto progresismo europeo. Pero en lo de siempre actúa como siempre. Y en este tema se muestra, como siempre, el lado de los que siempre han intentado mantener dos cosas: una unidad infranqueable y unos votos demasiado jocosos. Se trata de demostrar así quien es más español para que en las urnas los españoles se acuerden de ellos. La defensa del nacionalismo -no de una pluralidad inocua- no tiene renta y sí, en cambio, el ultranacionalismo español, quizás porque vivimos en España. Bajo esta necesaria coraza, los socialistas albergan, además, una fragil malla que ofrecer a la periferia, una malla tejida de tolerancia y respeto a la pluralidad nacional. Este doble juego tiene un rédito electoral aceptable y la estrategia es, si se quiere, muy buena. Pero la realidad política es que los grandes partidos de España han estado, están y estarán siempre de espaldas a los independentistas.

Esto no es ningún delito, cada cual cree en lo que cree y es precisamente la negación de este derecho lo que se debe criticar al políticamente corrupto bipartidismo de este país. El nudo de despropósitos no termina y ahora tiemblan los comunistas vascos (EHAK)porque a Rajoy se le ha antojado que también son terroristas. Y es que cuando uno tiene poder -aunque sea en la opoisción- y encima ese uno sufre una preocupante paranoia esquizoide, solo se debe apuntar el dedo para derribar los barcos. De modo que dentro de nada tenemos un panorama paracido al desastre de Pearl Harbour: Euskadi será un puerto de barcos que serán derribados uno por uno desde los mandos de los enfurecidos constitucionalistas españoles. Alguien debe poner fin a esta masacre de ideas, a este sinfín de acusaciones sin fondo. Porque ha llegado un punto en que a uno le parece que los que manadan pueden decir sin pensar y, en cambio, los que intentan luchar desde abajo, pueden pensar pero no decir y, en breve, ya ni pensar. Euskadi -Euskal Herria, pese a quien le pese- es el escenario de una nueva caza de brujas. En EEUU se luchó contra el comunismo pegando, matando, atemorizando; en España se lucha contra el comunismo -vasco en este caso- para que, en teoría, no se pegue, no se mate, no se amedentre a nadie. Pero el terrorismo a cambiado de manos y ahora es el poder quien pega, mata, atemoriza. Es el gobierno y sus sicarios quienes, pasándose por el forro, con perdón, la separación de poderes, traicionan a su propio ideal y dejan a unos pocos ciudadanos huérfanos de sus ideas. A pesar de todo, hay quién aún sigue luchando.

Amor sin sexo

La homosexualidad debe ser definitivamente aceptada

El progresismo del siglo XX se ha encargado, con admirable tenacidad, de corregir los errores que la Historia nos ha legado para así ir construyendo una sociedad cada vez más pulcra y libre de resquicios insalvables. Así por ejemplo, al progresista del siglo XX se le ha metido entre ceja y ceja alcanzar la libertad no solo debida sino además natural, entre el hombre y la mujer, o la tolerancia entre seres humanos étnicamente distintos. En todos esos grandes aspectos se ha evolucionado con un discreta pero laborioso éxito, y hoy por hoy los objetivos son parcialmente alcanzados. Pero en uno de estos grandes temas que el progresismo moderno ha pretendido -o no- cambiar con un éxito más discutible es el triunfo de una sociedad libre de prejuicios acerca de las libertades sexuales de cada uno. Por ello, aunque se ha luchado, uno escucha aún los mismos chistes de maricones por la calle, aún se ve inundado por la intolerancia hacia los homosexuales, por los sórdidos insultos y miradas de altivez contra hombres que aman a hombres.

La Historia misma nos ha demostrado que la homosexualidad, evidentemente, no hace inferior a nadie ni física ni intelectualmente. Grandes plumas han vertidos preciosos sonetos de las manos de homosexuales. Y grandes filósofos, y grande scineastas, y grande spintores... Así, leyendo a Cernuda estoy leyendo a un maricón, sí, pero estoy leyendo además a una alma exquisita; y muchos otros nombres podría citar para terminar con el absurdo convencimiento que el amor tiene algo que ver con la mente. Más allá, pero, de lo puramente convencional, lo que produce el hastío en este punto de la historia, es que aún sigamos cercando guetos entorno a los cuerpos atados pro amor. Quiero decir que los víncluos afectivos nada tienen que ver con el sexo de quienes los forman, y que el amor debe ser, por encima de todo, libre. Desde la religión se impone que el mundo debe ser construdios por parejas de Adanes y Evas, pero la lógica racional nos invita a creer que si Adán ama a otro Adán, no debe conformarse con Eva.

Lo duro de esta cruda historia está en las calles. Concretamente en los miles de seres enamorados que renuncian, o deben hacerlo, a sus sueños por no romper con la convencionalidad y, sobretodo, con las buenas miradas de los ciudadanos de a pié que, a pesar de todo, creen ser tolerantes. El qué dirán ha roto, estoy seguro, incontables historias de amor. Historias que jamás deberían haber sentido sobre sí el peso del juicio moral ajeno pero que, en una sociedada éticamente encarcelada, aún lo sienten, y lo callan. Porque el silencio entorno a la homosexualidad siempre ha estado ahí, y ha hecho más daño que las palabras mismas. Un silencio vejatorio siempre será más disuasorio que una palabra soez, porque lo que se calla, más que lo que se habla, es lo que vive en el corazón de las masas sociales. Y hay que reconocer, más tarde que temprano, que ni el progresismo ha conseguido que a estas alturas de la evolución humana, un hombre bajo una sábana con otro hombre, deje de producir menosprecio. Reconocerlo sería el principio para solucionar el dramático problema.

Los huérfanos de amor que militen en la heterosexualidad deberían envidiar a aquellos que, siendo del mismo sexo, se aman clandestinamenete sin poder consensuar su amor. Porque ellos poseen la virtud de querer y ser queridos y no hay tesoro en el mundo más jocoso que ese. La ley moral es artificial, el amor no, y lo artificial jamás podrá vencer a lo natural. Sus raíces son demasiado fuertes, y el amor no puede sucumbir al desprecio ajeno, a la envidia o a la irracionalidad ampulosa. Aquellos que se aman, sea cual sea su orientación sexual, digan lo que digan sus genes, seguirán amándose más allá de prohibicionismos aburdos, legales o no. De nosotros depende que este seguir amándose pueda tener una respuesta feeciente, que pueda exhibirse, en definitiva, en las calles con pleno orgullo. Y diga lo que diga el progresismo -al que hay que reconocerle la lucha- y que el govierno español legalice los matrimonios homosexuales, no cambia las cosas. Porque las cosas cambiarán, sólo, cuando podamos ejercer nuestro derecho a amar sin tener que pedir perdón, cuando seamos capaces, en definitiva, de no ponerle sexo al amor, de conseguir un amor sin sexo.

Poder hablar

Poder hablar

No debe confundirse la libertad de expresión con dar la voz a quien no la merece

Recientemente se dio el lamentable incidente del intento de agresión de un grupo fascista al histórico líder comunista Santiago Carrillo. Tras un forcejeo con los cuerpos de seguridad, los violentos desistieron del intento y se refugiaron tras las pancartas y los gritos contra Carrillo en una manifestación de ultra derecha. Insultaron y calumniaron al octogenario marxista profiriendo insultos tales como "genocida" o "asesino". La marcha terminó pacificamente y cada cual a su guarida. El lamentable incidente se acumula a la lista de acciones que la extrema derecha ha llevado a cabo en las últimas semanas, demostrando que el brote fascista empieza a ser una realidad y que las voces que hablan de su resurección pueden estar en lo cierto. Asusta pensar que vivimos codo con codo con ellos, pero asusta aún más que día a día pierdan su miedo a desarrollarse ya no com inidviduos descerebrados sino también como colectivo descerebrado. El fascista ya no sólo es fascista, sino que ahora se atreve a llamarse como tal y a salir a la calle a luchar contra todo y todos aquellos que no estén de acuerdo con ello, para imponer la racionalidad en la que basan su espíritu tiránico y sus macabras teorías.

Las culpas, las causas y las razones de todo ello pueden ser interpretadas según los ojos que las vislumbren. Los medios de comunicación, los propios fascistas y algún que otro partido político de raíz demócrata han relacionado el renacer dels fascismo en España a las políticas recientemente impulsadas por el govierno socialista contra el viejo estandarte franquista -véase la retirada del monumento de Franco en Madrid. Tras ello, como unas muñecas rusas, encontraríamos causas dentro de otras causas, y bajo la conjetura anterior el renacer de los nacionalismos, la legalización del matrimonio gay y muchas otras políticas de izquierdas. Todo ello alimentaria el afán de venganza de los memos fascistas. Quizás sea cierto, quizás el fin de un largo letargo -demasiado largo- de la derecha española encarnada en el PP haya enfadado a los suceptibles de ultraderecha, o quizás el retorno de la izuierda, auqnue esta sea moderada com el PSOE, sea lo que ha armado de ira las cabezas rapadas y a su vez vacías.

Pero por encima de todo, hay un origen claro en el avance ultraderechista, y una causa feeciente de lo que puede ser un nuevo peligro social si no lo es ya. El derecho a hablar es el más viejo de todos, tan viejo com el habla misma. Los filósofos clásicos ya lo adjetivaban como esencial, y desde que Sócrates nos habló de la dialéctica, hablar es un arte además de un derecho. A lo largo de la historia se han callado muchas bocas, la Inquisición en la Edad Media tendría mucho que decir -nunca mejor dicho- sobre ello, y tantos y tantos otros colectivos o estados. Pero el nacimiento de la democracia parió un nuevo valor, el de conservar las ideas de los sabios griegos y dejar hablar a todo ser humano viviente. En eso se basaría el sistema, en dejar hablar, ene scuchar, en pluralizar la voz y sus repercusiones. Mediante la lógica y la razón, el sistema perfecto quería terminar con el monopolio de la palabra, darla al ciudadano y permitir que cada cual pensase como quisiere y, además, pudiera gritarlo. Abstrayéndose de la cruda realidad, uno se maravilla de la habilidad de los padres de la democracia para liberar voces y descubrir cuan fácil es conseguir la Libertad.

En ese breve recorrido por la historia de la palabra cabe objetar un solo pero importante detalle: el ideal no se asemeja nunca a lo real. Dar la voz a quien no la usa no es solo un error sino un peligro. Democratizar al tirano y darle poder es algo que en una sociedad como la nuestra no se puede permitir. Si el fascismo vuelve a militar las calles ante las miradas de piedra de los policías y la pasividad de los políticos, no vivimos en una democracia sino en un estado fragil y precario, que puede romperse con el tiempo como en 1936. Todo el mundo tiene derecho a hablar, es cierto, pero todo aquel que exponga ideas razonables y sin violencia. Este estado hipócrita, no obstante, parece colgar la libertad de expresión de cuatro hilos para manejarla a su antojo. Así, los medios de comunicación pasan a ser la antítesis de esa libertad de expresión, la misma que deja de ejercerse cuando se ilegaliza a un partido político, Herri Batasuna. El estado es quien dicta quien y como se puede hablar, y parece ser que no tiene mucho interés en callar las voces del neofascismo. Tampoco se quiso callar a Hitler en Alemania, y llegó al poder en democracia. De nosotros depende que el fascismo vuleva a ser algo normal, y que se calle a unos para dejar hablar a otros, para que se manipule la palabra. La misma palabra que hace unos días algunos utilizaron contra Historia. Y Zapatero calló.

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La elección de Ratzinger como nuevo Papa dibuja una iglesia áún más conservadora

Joseph Ratzinger fue elegido hace unos días nuevo Papa. Con su elección se cerraba la gran pantomima de su ejecución, el largo y complejo protocolo que justifica una larga tradición y que queda antiguo, como la iglesia misma. Sobre la solemne estampa de miles de fieles esperando una respuesta al homo que dudosamente blanco había emergido de la vieja chimenea, una voz rota clamó el nombre de Ratzinger, brazo derecho del difunto Karol Woijtila. La tradición decía que los prefreidos suelen ser finalmente derrotados; en palabras del mismísimo Jesucrito, "los últimos serán los primeros", pero Ratzinger rompió la tradición y siendo el más votado en las quinielas dio con el pleno al quince. Habemus Papam, y los fieles contentos y la iglesia de nuevo reforzada. pero un humilde porcentage de los que moramos en este mundo ha visto la elección como algo preocupante. Alguien aún se pregunta si un ati todo como Ratzinger debe ostentar un poder de magnitudes tales como el de la iglesia católica, y la respuesta parece decirnos que Roma va a ser almenos durante algunos años un nuevo fortín del conservadurismo del integrismo católico, como lo fue con Juan Pablo II, pero elevado al cuadrado.

Infórmandome de su figura, impidiendo que unos y otros me contaminaran acerca de él, he hurgado en sus biografías y escritos, y su literatura me ha aterrado. Ratzinger es, lo digo con juicio, un fanático muy peligroso. La iglesia es un ente con los ojos errados, de una tradición conservadora evidente y con unas estructuras cerradas de poco contacto con la realidad. A la iglesia no le procupa el porcentage de hambrunos que pueblan el mundo, ni los graves problemas que derivan de la sexualidad, ni el afán de poder de unos pocos... la única razón para la que vive la iglesia es seguir vivendo en palacios de oro. Y en la magnitud de esta tragedia, la gris se vuelve oscuro. La iglesia conservadora ha elegido a un ultraconservador para que la dirija y nada tendría esto de especial si no fuera porque hoy por hoy la iglesia lo es todo. La mano de Ratzinger mecerá hasta su muerte la cuna del mundo y, a juzgar por lo aparente, la cuna va a moverse poco. Sí, Juan Pablo no fue precisamente un libertario ni su mandato contribuyó a liberar el mundo, pero sus obras durmieron bajo la esperanza que pronto le veríamos sucumbir ante un nuevo papado, más libre. El desenlace ha sido un duro golpe para los que así lo creíamos, y ahora solo tememos que el contenido del nuevo tirano religioso se sobreponga al continente.

La iglesia, como estructura religiosa y encarnación del cristianismo tiene la función de divulgar democráticamente sus valores, y por encima de todos ellos el Amor. Ratzinger y los del gorro rojo encarnan el Odio. Odio a la libertad, a los homosexuales, a los ateos, a los marxistas, a los demócratas, a las muejres, a los disconformes, a los que no creen en su cristianismo y un largo etcétera. Y ese Odio, justificado con esta vieja y recia estrutcura ante la cual se arrodillan miles y miles de cristianos, enraíza sus bases teóricas en nuestra sociedad para, lentamente, dar sus frutos. Las oligarquías económicas y políticas le bendicen y esperan de él un mandato justo, y las democracias neoliberales del primer mundo velarán para que el nuevo Papa y los que le sigan -si las profecías de Nostradamus no lo impiden- puedan seguir ejerciendo su dictadura moral. Para que Ratzinger pueda imponer el monopolio de la palabra y siga callando tantas y tantas voces, para que siga llenando las arcas de la iglesia con el dinero y la ilsuión de quienes creen o no en él, para que siga manipulando la fe y los valores cristianos en beneficio de los estómagos de quienes demabulan por los pasillos del Vaticano... En algo sí ayudará su dantesco mandato: los que no creemos en Dios -o los que creemos que Dios no cree en nosotros- podremos seguir creyéndolo con más firmeza si cabe.

Que un texto contra la homosexualidad vomitado por Ratzinger se publique en la pagina oficial de La Falange en internet es una muestra evidente de que els fascismo ocupa como lo viene haciendo desde largo tiempo las entrañas del cristianismo moderno. El debate acerca del carcácter conservador de la iglesia no solo es recurrente sino, además, muy facilón. Demasiado. Pero su vigencia nos obliga a hablar de ello y este vuelco que ha roto con tanta notoridedad la monotonía de la iglesia nos hace reflexionar acerca del giro aún más conservador que pueda tomar el mundo eclesiástico y las consecuencia que pueden derivar de ello. Hay quienes, sin creer en Dios, aún creemos que la iglesia son los humildes que trabajan para los necesitados, aquellos que realmente ansían un mundo justo. Mientrastanto, mientras los medios de comunicación nos sigan bombardeando con la imagen de ratzinger en el balcón proclamando su fe -la que le interesa- y crren un estado de opinión concreto que pemita creer que la iglesia es Ratzinger, unos pocos seguiremos mirando a los que sufren esperando que un día u otro se les haga justicia. Pero no hay lugar a la esperanza, y la iglesia sige siendo, como en la canción de Sabina, tan joven y tan vieja...like a Rolling Stone.

Ética y estética: la locura de los cuerpos

El capitalismo ha construido un mundo basado en lo que se puede tocar

El inidivdualismo que un capitalismo cada vez más fuerte ha impuesto en nuestra sociedad, ha alcanzado límites desorbitados. En su nueva fase, su sistema se endurece e intenta con sorprendente facilidad asentarse en las bases económicas pero tambien sociales del mundo desarrollado. Esto hace que el citado individualismo no solo tienda a consolidarse sino que el propio capitalismo desarrolla sus mecanismos para hacerlo más agresivo si cabe. Todo conduce a un mismo punto y a un dramático destino: el monopolio de los cuerpos. La importancia cada vez mayor del individuo como propietario de su cuerpo y el materialismo a todos sus niveles han acabado por convertir en esencial lo que se ve y no lo que se intuye, de tal modo que es en el cuerpo de un hombre o una mujer donde, en buena parte, se vislumbra hoy en día a una persona; no así en su alma. El hombre del siglo XXI, heredero del capitalismo evolucionado tras la caída del muro de Berlín, ya no cree lo que siente o percibe sino aquello que puede tocar y ver. Y esto supone para los demás ciudadanos una responsabilidad suprema, la de estar siempre bien.

Esta mañana Telecinco informaba de la alarma que se ha encendido en psicológos y nutricionistas tras conocerse la dantesca proliferación de pàginas web pro-anorexia. En estas páginas se invita a las adolescentes a conseguir un cuerpo diez, a adelgazar para conseguir ajustarse a los parámetros que vilmente está marcando la sociedad de nuestros tiempos. De este modo, miles de chicas -y algún que otro chico- puede entregarse a esos consejos en cuerpo y alma para perfilar su cuerpo y olvidarse de su alma.
Si las mezquinas indicaciones se siguen correctamente, las jóvenes empezaran a perder peso hasta parecer un alfiler, y en alguno de esos casos moriran. A pesar, pero, de esta horrible realidad en el plano físico, el problema es mucho más grave y trasciende al ya nada equivo dilema entre vida y muerte.

Y es que uno se da cuenta que este mundo, nuestro mundo, está hecho a una medida estándard y salirse esta medida supone el fracaso. Se trata de sobrevivir en él ciñéndose a sus leyes no solo legales sino morales. En el caso del cuerpo, que como ya se ha dicho ha tomado especial relevancia, la publicidada se ha encargado de dibujar un prototipo al que ajustarse. Burlar estes prototipo supone la marginalidad. Y a partir de esas premisas, los pobres mortales empezamos a construir otra realidad, la nuestra, basada en la ambición obcecada muchas veces de consguir llegar a este parámetro. De lo otro se encarga el sistema, de proporcionarnos las herramientas necesarias para llegar al objetivo impuesto -que no propuesto- mediante el consumo, claro está. El pez se muerde, pues, su cola. Consumiendo -gimnasios, ropa, perfumes, cosméticos- podemos alimentar una obsesión que el propio sistema ha generado.

Más allá de esto, que una chica -o un millar- pueda morir en el intento, que una familia -o un millar- sufran en silencio la desgracia de sus hijos, que una juventud -o un millar - envejezca demasiado pronto, todo ello no importa al sitema; no conoce de realidades. Y se trata, en definitiva de poner nombre al sistema, proque dicho así le da al responsable -el sistema- una abstracción absurda. El sistema somos todos, todos los que hoy por hoy preferimos tocar que sentir, los que para amar en cualquiera de sus significados necesitamos tener y no intuir. Más allá de los degenerados que malgasten sus vidas contruyendo páginas web para destrozar las de otros, los sensatos -o los menos locos- tenemos la responsabilidad de cambiar los parámetros de esta sociedad. Empezar a educar a nuestros jóvenes para que se amen a sí mismos por como sienten, no por como son, y para que amen a los demás des del mismo juicio. La era de los cuerpos debe terminar, para conseguir que los ojos y las bocas ya no solo miren y lamen, sino que además vean y gusten; las vidas de miles de chicas hermosísimas dependen de ello.

De Berlín a Villaverde: un grito contra el racismo

El nazismo revive en los suburbios 60 años después de su derrota

Hace hoy mismo 60 años, la URSS junto a las fuerzas demócratas derrotaban el nazismo en su casa. Su derrota suponía, también, la derrota de un conjunto de valores que carecen de una base humana para contruir una sociedad justa y libre; entre ellas, el racismo. Más de medio siglo más tarde, en un pequeño distrito de Madrid, un joven dominicano mata a un joven español, Manu, y los ciudadanos se lanzan a las calles contra los immigrantes. Los brotes racistas que en los últimos años se han registrado en España -en El Ejido, en Ca n'Anglada o ahora en Villaverde- son terriblemente preocupantes, no por su gravedad sino porque suponen una traición a la memoria histórica y un error de relatividades.

El paralelismo histórico que la casualidad ha querido relacionar con los hechos de Villaverde y la celebración de la muerte política -no ideológica- del nazismo, es a la vez una contradicción que asusta asusta porque cuesta creer que se den sobre bases democráticas comportamientos de este tipo, que pueda clamarse a voces contra ciertos colectivos un grito de venganza. La libertad y la igualdad quedan en entredicho porque la fraternidad entre autóctonos e immigrantes se rompe cuando la extrema derecha arrastra a los vecinos al grito y a la absurdidad. La ignorancia, o quizás el olvido consciente de estos vecinos, es lo que convierte en meros retazos el lúcido cristal de la historia; y la historia es siempre civismo. Los que gritaron insultos aberrantes contra quienes no tenían más culpa que nacer donde han nacido se avergonzarían de verse en tales circunstancias en ojos de quienes han sentido en sus carnes la violencia racista. Se avergonzarían si supieran, si tan sólo aprendieran que la historia enseña a no colectivizar a los individuos, sino a trabajar para levantar sociedades justas y sin ojos que discriminen. Mientrastanto, los iummigrantes que posados en sus balcones asumían sumisos su rol y recibían esclaofriantes insultos del descerebrado rebaño de vecinos, se preguntaban seguramente si el color de su piel, su origen o su condición de immigrantes era justificación suficiente para ser, además, un asesino a imitación del jóven dominicano que apuñaló a Manu. Alguien sensato tendría que respnderles tajantemente que no.

Lo que realmente preocupa es la volatilidad de aquellos vecinos que gritaban. Ello nos abre los ojos ante la necesidad cada vez más imperante de educar. Educar para civilizar, para convertir a nustros hijos y futuros ciudadanos independientes en hombres cultos que puedan decidir por sí mismos. De no ser así, como se ha hecho recientement en Villaverde, los grupos fascistas de ultraderecha -y otros colectivos que se nutren de cabezas sin cerebero- se apoderaran de ellos para contruir muros de resistencia que defiendan lo suyo. Si es cierto aquello que el saber hace libre al hombre, lo de ahier fue una manifestación de incultos, de ignorantes y meros siervos del que manda. Este sí, este no carece de educación aunque esa sea equivocada. Así, el fascista culto, mínimamente formado, que se cree lo que grita, ata sus hilos a manos i piés de quienes gritan lo que no creen, o que simplemente gritan.

Los "hijos de puta" no eran los immigrantes inocentes sino los que se encargaron de convertirlos en culpables. El racismo, desafortunadamente, cuenta aún con un gran apoyo en la sociedad española. No sólo se nutre de pieles fascistas, sino de meros demócratas simpatizntes quizás de partidos de izquierda, que se tragan el discurso del nacionalismo español o de la delicuencia inherente a la immigración. La responsabilidad y la esperanza de cambiarlo todo, depende ahora de las organizaciones que aún creen lo contrario y de los ciudadanos que creemos humildemente que los tópicos ón, casi siempre, tan absurdos como quienes los toman como estandarte. Hablar a nuestros hijos de ello y educarlos para juzgar a los demás con los ojos cerrados y el corazón abierto puede relativizar esos tópicos. De momento, Berlín nos recuerda una tragedia que se repite en pequeñas porciones, y debemos hacer de esa Historia un algo que ayude a no repetirla.

Ser justos

Ser justos

La URSS cargó con el peso real de la victoria sobre el nazismo en 1945

La madrugada del 9 de mayo de 1945 el ejército ruso entraba en Berlín: havia terminado la Segunda Guerra Mundial, i con ella la amenaza fascista. El conflcito marcó un antes y un después en la escena política internacional, y los años que le sobrevivieron dibujaron un enfrentamiento entre las dos tendencias vencedoras. I es que una vez muerto el fascismo, la democracia y el comunismo se vieron solo distanciados del poder el uno por el otro y ya no había un amigo contra el que luchar sino un mundo por el que enfrentarse. I si el comunismo, igual que el fascismo, había nacido como respuesta al desastre que la democracia había arrastrado tras de sí con la Primer Guerra Mundial, tras unirse a ella contra la barbarie nazi, volvia a oponérsele. Capitalismo -y por lo tanto democracia- y comunismo protagonizaron la futura Guerra Fría y posterior victoria del primero sobre el segundo con la caída del muro de Berlín, en 1989.

Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique, escribía hace unos días acerca del sesenta aniversario de la liberación de Europa. En su artículo hablaba de memoria histórica y de la necesidad de que Rusia reconozca al fin la culpa de la URSS en el sufrimiento de los castigados en Europa del este. En una magnífica y brillante descripción del marco histórico de la Segunda Guerra Mundial y su fin, Ramonet recordaba que la URSS había ocupado y oprimido estos países y que Putin y la diplomacia rusa actual aun no han condenado, por ejemplo, los crímenes de Stalin. Y ante esta invitación del periodista a la memoria histórica, debemos ser tan prudentes como justos. Platón aseguraba que la justicia no es otra cosa que la conveniencia del más fuerte y las democracias occidentales, miles de años más tarde, lo ratifican. La historia se cuenta como la ven los venecedores de 1989 y cargan contra los vencedores reales de 1945 con una amnesia preocupante.

Si debemos ser justos, debemos también democratizar la historia para mostrarla a la sociedad sin olvidos intencionados. La democracia se ha encargado de mostrar solo aquello que le interesa, y Ramonet pide que Rusia se disculpe por unas atrozidades que los comunistas nunca han negado y de las que se averguenzan. De nada sirve que Putin pida perdón en nombre de quien no tiene nada que ver con él ideológicamente -Stalin- pues el verdadero perdón debe emanar como así lo hace de la conciencia libre de los que dignamente se identifican con el comunismo. Pero la paradoja vive en el ehcho de que más que pedir a Rusia que se disculpe deberíamos darle las gracias. Sí. Porque el capitalismo ha escrito la historia, como siempre se ha hecho, del puño y letra de los vecedores, o sea él, y se limita a dibujar la URSS de Stalin con un par de trazos: el pacto de no agresión entre Hitler y Stalin en 1939 y las purgas de Stalin. Nada se dice en su historia de que el peso real de la guerra lo cargó la URSS, i fue la URSS el digno vencedor del conflicto. Sus bajas duplicaron a las de EEUU y Gran Bretaña juntos, pero de eso nadie habla.

Aunque para ser justos, también cabe agradecer a Ramonet su sinceridad y admirable objetividad al hablar de los errores de la democracia. Y es que Francia y Reino Unido, con la ayuda de Estados Unidos, no solo se negaron a ayudar a Rusia en su proyecto de "seguridad colectiva" sino que además firmaron los acuerdos de Munich, por los cuales Alemania extendía su imperio con el peligro que eso comportó. Así, las democracias alimentaron a la Alemania nazi para después atribuirse una victoria con la que cargó realmente la URSS. La historia debe servir para aprender de ella, no para blindar un proyecto ideológico y endurecerlo. Ramonet ha sido justo en alguno de sus párrafos, pero ha olvidado hacer memoria de la guerra, como titula su arículo. Debemos agradecer a la URSS que auqel 9 de mayo emepezara una nueva historia de libertad, y ahora como bien apunta el articulista, debemos continuar esta historia condenando la barbaries en cualquiera de los bandos. En cualquiera.

Vacíos

Vacíos

El suicidio de una chica de 14 años alarma sobre el maltrato escolar

Jokin tenía apenas 14 años cuando decidió suicdarse, harto del acoso que recibía de sus compañeros de instituto. Ayer, otra chica decidió quitarse la vida por las mismas razones; Cristina tenía sólo 16 años. Ambos optaron por lanzarse al vacío como forma de suicidio, quizás porque la nada que separaba lo alto de los acantilados del suelo era todo aquello que tenían para escapar de un infierno al que se vieron condenados. La misma nada que llenó sus palabras de silencio y su amarga historia de ignorancia. Eran solo niños, como los mismos que se ensañaron con ellos y nada diferentes a quienes recurrieron al espanto para excluirlos y sacrificarlos; sus errores podrán parecer abstractos y se esconderán, con el tiempo, tras la innocencia que se les supone a los niños. Quizás, incluso, estos pequeños verdugos no tendrán que rendir cuntas a sus conciencias, y no se acordarán que un día impidieron que su compañero o compañera llegara a vivir lo mismo que ellos, o solamente vivir. Jokin y Cristina han sido sin quererlo las injustas víctimas de un complejo entramado de pudrimiento social.

Es precisamente en la tierna infancia y la repentina madurez cuando la mente de una persona sufre la mayor abstracción de su existencia. Nada parece ser como es, quizás porque no es como es, y los sueños invaden lo real con tremenda facilidad. El adolescente se nutre de este sueño, y de vivir dichos años nadando entre el mar de sus fantasías y la lejana orilla de la realidad. Y en esta sinrazón es tanto o más importante ser aceptado por los demás, algo que se puede convertir en una contienda épica en esta nuestra sociedad. Porque desde largos años, pero con más intensidad en lo reciente, hemos impuesto la ley de la exclusión en nuestra calles, y por ende en la escuelas, en los institutos, en nuestros niños. Ellos han aprendido a vivir de nosotros y actúan según los parámetros fijados por quienes, supuestamente, poseen el juicio del que ellos carecen. Y les hemos enseñado a rechazar lo que no se nos parece, a pegar y a insultar a quién no se ajusta a lo que hemos dibujado; sí, porque los valores de los que nos jactamos de haber integrado en nuestra sociedad son demasiado etéreos: el respeto, la solidaridad, la bondad, la convivencia... Tras ellos ha pervivido el odio a lo ajeno, y Jokin y Cristina se convirtieron en algo ajeno que debía ser humillado.

¿Quién es el responsable de que un niño de 14 años olvide pasado y futuro para rehusar de un presente que le martiriza? ¿Quién le ha robado los sueños a la chica que dejó caer su cuerpo inerte de sueños al vació? No hay ni habrá respuesta. El gobierno calla, las administraciones cierran los ojos y los cuerpos jurídicos se esconden. Los colegios muestran, tímidamente, voluntad de hacer algo, mientras a los padres se les antoja que quizás sea el momento de tomar riendas en el asunto. Pero lamentablemente, todo quedará en papel mojado...por qué? Es muy fácil. En esta sociedad la solidaridad ha quedado relegada a uno mismo por un inercial egoísmo. Nada de lo ajeno es nuestro, y todo lo ajeno no existe. Menos aún si lo ajeno tiene 14 o 16 años y no lo conocemos. Es cosa de niños!, pensarán algunos, y seguirán viviendo tan felices como segundos antes de decirlo. Los que hemos tenido esa edad y pensamos en ello, se nos encoje el corazón al pensar que alguien pueda menostener su propia vida a cuenta de la crueles risas de los demás. Risas y puñetazos.

Hoy, los medios de comuncicación abrían sus portadas con la presencia de Arnaldo Otegui en la Audiencia Nacional y la colocación de un artefacto cerca de Madrid. Ellos lo llaman "terrorismo". Nada se ha dicho de la joven que se suicidó. No es relevante. Alguien se ha encargado de jerarquizar lo importante, y bajo esa pirámide duerme el olvido. A Jokin, antes de este sucidiarse, lo apalizaron repetidas veces, le rebentaron el aparto dental, le obligaron a comer tierra y lo humillaron de las más viles formas. A Cristina le inflinjieron, seguramente, similares castigos. Uno se plantea a estas alturas qué es terrorismo y quien es el verdadero terrorista. A los partidos políticos, que nos gobiernan, les importa más Otegui que el adolesecnte anónimo que muere en el olvido para no vivir en el olvido. ellos, los responsables de nuestras vidas, se olvidan de nosostros, y nos engañan. Los que nos creemos en el deber de luchar contra ello, debemos recordar a Jokin, a Cristina y a tantas otras víctimas de una sociedad que nunca los entendió. Yo lo hago desde la letra, a quien le pertoque lo deberá hacer desde las leyes. Pero entre todos, debemos convertir a Jokin y las demás víctimas en los héroes de una sociedad de la que intentaron escapar a través del vacío que ahora nos toca llenar.

La era del Dolor

El dolor se ha convertido en algo demasiado cotidiano recientemente

En Berga miles de corazones aún lloran la muerte de otro corazón inocente, sin respuesta alguna; hace unos días, la joven Cristina se lanzaba de un puente para terminar con una vida que no le satisfacía; anteayer, una televisión privada emitía un documental donde se recordaba el drama con el que deberán convivir más de medio centenar de familiares de los militares muertos en el Yak-42; recientemente se ha desarticulado una red de pornografía infantil donde se robaba el alma de unos bebés para convertir sus cuerpos en mercancía. La tragedia es más antigua que la historia misma, y quizás por ello nos hemos acostumbrado a su carácter cotidiano. No obstante, en los últimos tiempos el drama, la tragedia, la muerte, han pasado a ser normales, con lo que ello conlleva: nuestros tiempos están siendo riendas en manos del dolor, una era dominada por el llanto. La televisión dedica más de la mitad de sus informativos a emitir noticias trágicas, a desarrollar el dolor en sus noticias sin que a nosotros, desde el sofá, se nos ocurra más solución al problema que emocionarnos.

Un maestro budista, llegado a Barcelona hace unos meses para hacer una exhibición de ejercicios contorsionistas, comentó que en el mundo occidental desarrollado, lo tenemos todo y no tenemos nada o, lo que es lo mismo, no tenemos nada porque lo tenemos todo. Y es cierto, pues el hombre que habita el mundo "civilizado" posee una alma vacía porque se ha preocupado durante años de levantar un mundo de aparencias mediante lo material. Otro revolucionario, el Che, que no por su mitificación debe perder no notoriedad, afirmaba que lo material impide el desarrollo intelectual del hombre. También secundo estas palabras, pues no podemos evolucionar si construimos una sociedad basada en el dinero y la mediocridad de aquello que sólo podemos tocar, no amar. El capitalismo, acrecentado y convertido en un monstruo sin entrañas, está conviertiendo la sociedad del nuevo siglo en un muñeco de trapo sin alma, las cuerdas del cual mueve sin escrúpulos el dolor que de ello emana.

Pensar por qué los jóvenes que apuñalaron a un pobre jóven en la Patum de Berga, podría conllevar a un debate psiclógico-social extenso, pero nos llevaría a una sola conclusión: el vacío que llena sus almas. El mismo vacío que dominó a Cristina en su suicidio, el mismo que habita el alma de los que manipularon a las víctimas en el accidente aéreo del Yak-42 o el mismo con el que los sucios ladrones de almas pueriles violaron a unos indefensos bebés. Las democracia ya no pueden garantizar aquello que les hizo fuertes: el estado del bienestar; porque el mundo ha dejado de ser seguro. El capitalismo se ha encargado de priorizar el dinero en detrimento del hombre y ahora el hombre es ya poco menos que dinero. Somos mercancía y mercancía vacía, y la cultura sirve de poco para reestructurar los corazones que cohabitan este nuestro mundo. Nuestros jóvenes cada vez aprecian menos la música, la poesía, el arte, el amor... ahora la navaja, el videojuego y la chulería se apodera de ellos. Desde esta base se contruye esta nueva era del Dolor, de la que aquellos que han sido sus víctimas no tienen culpa alguna y la tienen toda, como cada uno de nosotros.

Profesionalidad sin escrúpulos

Profesionalidad sin escrúpulos

El programa de Ana Rosa Quintana pagará los abogados del asesino de Josep Maria Isanta

La televisión española, como mero reflejo de la sociedad española, se ha convertido en un ente de carente resolución más cercana al patetismo que a la voluntad de corrección. Sus programas son productos comerciales que deben vender; la lógica capitalista ha convertido, tambien el medio televisivo, en un circuito cerrado de competición industrial y, como tal, ha evidenciado el despropósito de primar el 'share' a los valores humanos más metafísicos. Se ha hablado mucho, y más en lo reciente, de la telebasura: programas que desenredan los líos amorsosos -o no- de la élite del famoseo español. En esta telebasura ya vale todo, y lo cutre se ha mezclado con lo exquisito de una forma sustancial, hibridando la relación del espectador con su pantalla, jugando con la audiencia como si de marionetas se tratara. Pero la telebasura no daña más que aquellos que han decidido participar de este espectáculo, de modo que no exite daño real, sino daños colaterales nada significativos. Los famosos que son asediados e incluso violados en su intimidad, o los periodistas contra los que se querella o intentan derribar su más que dudable profesionalidad, son víctimas de un juego del que se han alimentado. El problema real reside en aquellos programas en los que se ven metidos ciudadanos de a pie que nada tienen que ver con el despropósito mediático en la televisión española actual.

Es el caso del programa que la ¿periodista? Ana Rosa Quintana nos brindaba hace unos días. Ella que siempre y con una repugnable pedantería, ha paseado su profesionalidad por sus programas, ella que ha gritado a pulmón abierto ser algo así como una diosa entre mortales en lo del periodismo, ella que lidera las mañanas cual jinete encabezando un gran circuito, ahora se convierte en algo mezquino por dar voz a la mezquindad. Y es que resulta que días atrás el gurú de la información -la gran Ana Rosa- invitaba a su programa la madre del asesino de Josep Maria Isanta, el joven apuñalado en Berga durante las fiestas de la Patum. Claro, ella no podía ser menos, y la exclusiva de tener a la madre del criminal en el programa valía mucho más que el sufirmiento que en esos momentos podría comerse las entrañas de la familia Isanta. Incluso Telecinco prometió a esa madre el pago íntegro de los abogados del asesino, a cambio de que diera su voz a la profesional Ana Rosa. De ese cuel modo Ana Rosa y el periodismo casposo que se suele evidenciar en los programas matutinos de los canales líderes españoles -entre ellos Telecinco- daba voz a quien no la merece y olvidaba a la víctima. Josep María Isanta vive aún en el corazón de quien le conoció y de los que le amaron, pero de esto y de su dolor, Ana Rosa no sabe porque no quiere saber.

La ley no impide nada de lo que Ana Rosa Quintana se atrevió a hacer en su programa. Pero la historia de las sociedades nos ha enseñado que la ley moral es, muchas veces, más recia que la jurídica. La presión social ha conseguido cambiar el mundo una y muchas veces, y se han labrado grandes revoluciones con la ira de los pueblos. La ira de la madre del joven asesinado se convertirá en un dolor silencioso y la presión social en un cojín de mansos ríos de rabia. Ana Rosa serguirá liderando su programa porque desde quien no conoció a Josep Maria, el trabajo de la periodista aquel día fue toda una muestra de profesionalidad al servicio de su audiencia. Para otros, los que veraderamente sufren la pérdida de un inocente, sentirán en el vacío que dejó Josep Maria el odio que una periodista sembró en su memoria. Y es que parece que las víctimas son esa decena de criminales que atentaron contra la bondad de quienes sólo intentaban disfrutar sus fiestas. Por si esto fuera poco, el dinero con el que la exclusiva bañe el programa gracias al aumento de su audiencia, servirá para proteger a los culpables a través de sus abogados pagados, reitero, por Telecinco. Algo está fallando...

En la entrevista, por cierto, la madre de ese sucio criminal, con una evidente carencia de base cultural y muestras evidentes de ignorancia arremetió contra el pueblo catalán intentando justificar el crímen con argumentos nacionalistas. Y esto, para Telecinco y para ana Rosa, es un plus. No sólo pueden enriquecerse con el dolor ajeno sino además volver a pisar el catalanismo. La justicia, no la suya sino la que se presupone justa, pone las cosas en su sitio. Un proverbio latín aseguraba con el 'caeca fortuna est' que la suerte, muchas veces, está en el bando immerecido. Yo no soy nadie para ajusticiar a nadie, pero Aana Rosa Quintana dio a luz recientemente. Si exite algun dios, quiera este que sus hijos no sean cobardamente apuñalados, y si así es, no creo que su madre tenga el valor de invitar a sus progenitores a un programa de máxima audiencia. Yo soy inocente de la muerte de Josep maria, no porque no empuñé el cuchillo, sino porque siento en el alma su pérdida y condeno tajantemente la acción. Otros, con más responabilidad que yo, no pueden decir lo mismo. Y si realmente hay justicia en este país, que el tiempo ponga las cosas en su sitio.

Amar a lo Sartre

Amar a lo Sartre

Amar como amó Sartre y, por ende, Simone de Beauvoir: su mutuo distanciamento en la entrega de lo que sentían el uno por el otro, he ahí el secreto de la conquista del amor. A bote pronto sorprende que dos seres humanos que se aman decidan hacerlo en la distancia. Pero el amor, como todas las cosas y más aún por revelarse como un sentimiento tremendamente complejo, incluye esas rarezas que no por ajenas a lo común dejan de ser importantes. Tambien Dalí amó a su musa Gala de un modo extravagante, y nadie duda que fue precisamente Gala quien hizo vivir al genio ampurdanés y, por que no decirlo, quien le conveirtió en ese genio.

Pero volviendo a Sartre, el esqueleto de su amorío me atrae por su simpleza a la par que capacidad de análisis en lo real. Todo ser humano debería aprender a convivir sin aquello que ama, almenos lejos de ello. No verlo, no tenerlo, no tocarlo obliga al amante a interiorizar aquello que ama, a relevarlo a lo espiritual prescindiendo de su masa corpórea. El recuerdo y esa mentada interiorización convierte el ser amado en algo que no muere nunca porque es deseado cada instante de la vida del ser amante. Como Sartre debió añorar y amar más intensamente a su esposa minuto a minuto, yo que no tengo lo que amo me obligo a amarlo más de lo que lo amaría si pudiera apresarlo con mis brazos. El amor, como los grandes filósofos -incluyo a Sartre- tienen muchas veces esas grandes rarezas.